Dios atiende una cerrajería abierta 24 horas
A contraluz
con un soplo radiante por  cabeza
asomada desde una grieta del  acantilado
me miras dar  vueltas
confundido
y dejas caer el  anzuelo
con la candidez de un  marine
que espera cazar un  bombardero
o un país  entero
a golpes de  simulador,
desde abajo 
miro la llave atada a un  hilo
trazar  espirales
en la memoria de esta  noche
tan hueca
iluminada por tu  frente
o por la lámpara neón del  401
y grito
te juro a berridos que es la última  vez
pero a ti te da  igual
porque no puedes  distinguirme
entre la mugre y los  ladridos,
porque ese diablo  anestesiado
en esplendor  geodésico
y con los botones  extraviados
es la desilusión que  aún
recuerda el camino a  casa.
no, lo que te preocupa es haber  despertado a los vecinos
y saber que estas manos  
no serán más
responsables de tu  tristeza
 
 

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