Históricamente mis cenas de navidad suelen ser no malas… diferentes. Lo anterior, motivado por el horrible lugar donde suelen hacerlas, por los malos platillos que a veces me tengo que soplar, por la terrible música “cantinera” que suelen poner y porque tengo que hacer oídos sordos a las gatadas de la nefasta familia política de mi tío.
En fin, usualmente mis peores pesadillas se materializan esa noche, faltando solo aquella en la que estoy completamente desnudo y mi guitarra tiene 2 cuerdas rotas.
Sin embargo, en esta ocasión, y sólo por unos minutos, la “fiesta” estuvo en mis manos. Hábilmente me colé hasta el stereo donde por cerca de media hora me desconecté del mundo poniendo música que me gustaba.
En ese lapso, compartí con los asistentes la grandeza de esto.
Y esto.
Y esto.
Hasta que el mal volvió a triunfar y tuve que volver al momentáneo coma autogenerado en el que incurro con motivo de las fiestas.
Si tus navidades son peores, dilo, este espacio estará abierto como un centro de autoayuda, quizás algún día, tengamos nuestra propia navidad repleta de rejects de otras navidades.
miércoles, diciembre 26, 2007
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