jueves, febrero 15, 2007

Los caminos del exceso

Decía William Blake que “...los caminos del exceso conducen al templo de la sabiduría”, y si bien le otorgo un alto grado de razón, considero que existen excesos que son sólo eso, un abuso cobijado por cierta permisividad y bajo ciertos pretextos sumamente endebles.

Lo anterior, lo expongo a la luz de una sucesión de eventos que han ocurrido recientemente.

Ayer, así como cada 14 de febrero, pudimos ser testigos de excesos rayanos en esa terrible sensación conocida como “pena ajena”. Quizás el más evidente es aquel relacionado con las tremendas filas concentradas en las entradas de 2 tipos de locales, primordialmente.

Por un lado, los restaurantes, y por otro lado, los Hoteles y Moteles de la ciudad y sus alrededores, donde parecía que era la última oportunidad de muchos por estar con su pareja (novia, amante, esposa o lo que ustedes gusten y manden).

Y no es que sea un amargadote (bueno, leve), pero, ¿acaso es el único día que se puede ser amigo o pareja amorosa? Lo dejo a su consideración…

Mención especial en esto de los excesos, merece una penosa escena que pude presenciar en más de una ocasión. No sé quién fue el genio que decidió que tapizarle a alguien el auto con post its fluorescentes es “lindo”, pero quizás nadie se puso a pensar en las múltiples consecuencias que ello puede generar.

Por un lado, si está de súper flojera salir y tener que quitar los cientos de papelitos que tiene pegado el auto, con la terrible disyuntiva que genera qué hacer con ellos, ya que, guardarlos sería ocioso, pero tirarlos a la basura de seguro acarrearía un berrinche marca Acme. Eso, por solo mencionar algunas, y sin tomar en cuenta el terrible desperdicio de papel (comentario que podría ser patrocinado por Greenpeace).

Y de las serenatas con el stereo del auto a todo volumen, mejor ni hablamos…. Chale!!!

No hay comentarios.: