martes, noviembre 24, 2009

8 meses... tanto y tan poco...

Algo sobre la muerte del Mayor Sabines (Fragmento)
Jaime Sabines

Segunda parte 
II

 

 Mientras los niños crecen y las horas nos hablan

tú, subterráneamente, lentamente, te apagas.

Lumbre enterrada y sola, pabilo de la sombra,

veta de horror para el que te escarba.

 

¡Es tan fácil decirte "padre mío"

y es tan difícil encontrarte, larva

de Dios, semilla de esperanza!

 

Quiero llorar a veces, y no quiero

llorar porque me pasas

como un derrumbe, porque pasas

como un viento tremendo, como un escalofrío

debajo de las sábanas,

como un gusano lento a lo largo del alma.

 

¡Si sólo se pudiera decir: "papá, cebolla,

polvo, cansancio, nada, nada, nada"

!Si con un trago te tragara!

¡Si con este dolor te apuñalara!

¡Si con este desvelo de memorias

-herida abierta, vómito de sangre-

te agarrara la cara!

 

Yo sé que tú ni yo,

ni un par de valvas,

ni un becerro de cobre, ni unas alas

sosteniendo la muerte, ni la espuma

en que naufraga el mar, ni -no- las playas,

la arena, la sumisa piedra con viento y agua,

ni el árbol que es abuelo de su sombra,

ni nuestro sol, hijastro de sus ramas,

ni la fruta madura, incandescente,

ni la raíz de perlas y de escamas,

ni tío, ni tu chozno, ni tu hipo,

ni mi locura, y ni tus espaldas,

sabrán del tiempo obscuro que nos corre

desde las venas tibias a las canas.

 

(Tiempo vacío, ampolla de vinagre,

caracol recordando la resaca.)

 

He aquí que todo viene, todo pasa,

todo, todo se acaba.

¿Pero tú? ¿pero yo? ¿pero nosotros?

¿para qué levantamos la palabra?

¿de qué sirvió el amor?

¿cuál era la muralla

que detenía la muerte? ¿dónde estaba

el niño negro de tu guarda?

 

Ángeles degollados puse al pie de tu caja,

y te eché encima tierra, piedras, lágrimas,

para que ya no salgas, para que no salgas.

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