Hasta dónde...

Me considero un tipo con pocos amigos (entendiendo el concepto de amigo de manera muy completa). Partiendo de esa base, por esos amigos se debe ser capaz de prácticamente lo que sea.

 

Ayer, este principio se demostró cuando acudí al llamado de mi querido amigo el Pollo Gordo quien, decidido a dar rienda suelta a sus más bajas motivaciones, emprendió el proyecto de cantar como solista en un Bar. Hasta ahí todo fresh, sólo que el asunto se complica cuando el bar de referencia es uno de esos lugares de bohemia para adulto medio (40-60 rango de edad promedio)

 

Bárbaro el asunto!!! Estos tíos como que manejan el mood de instalados en alguna época pasada de sus vidas, lo cual los lleva a cometer actos que a mi, que vaya que he visto cosas raras en mi vida, de repente me sacaban un poquillo de onda.

 

No es eso suficiente?? Bueno, pues que aparte, mi asistencia al mentado sitio también obedecía a que mi querido amigo (también mentado) me pidió que le acompañara a la guitarra en una canción de... Fernando Delgadillo. Si, si, si, ya sé que me van a decir de cosas, fruncirán el ceño, se tallarán los ojos, volverán a leer estas líneas... es correcto, UNA CANCIÓN DE FERNANDO DELGADILLO.

 

A eso me refería con que por los amigos se es capaz de prácticamente lo que sea... Ahí estuve, tembloroso, con mi guitarrita, estoico...

 

Tal vez esa es la razón por la que hoy me he inclinado por los puntos más rockers de mis reproductores (el del auto y el de aquí en la compu), para sanar el alma...