Adelante - Atràs

El horario de verano es una de esas cosas que enfadan. Supongo que coinciden conmigo en eso.

Particularmente, yo lo odio no por su existencia en si, sino por lo que provoca. Me explico.

Unas semanas antes del cambio, invariablemente escuchamos chaquetísimos spots radiales (no tan chafas como los de “Villa del Voto”, recuerdan???).

Adicionalmente, la transición entre el sábado y el domingo genera cierta paranoia en algunos, aunque, concedo algún grado de razón en los casos donde, mientras estabas haciendo algo interesante, de repente perdiste una hora por disposición oficial.

Pero, la peor, es esa pésima conversación que genera, en la que la gente empieza a elucubrar sobre “…ahorita serían las X horas..”. Esa, si que me caga.

Aquí les dejo una imagen cortesía de nuestra amiga Gabby sobre el particular.